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Senderos

Posted: sábado, 17 de julio de 2010 by Alberto Parra in Etiquetas: , ,
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Si dicen que las ideas son fugaces, pues yo seré tan rápido como tenga que serlo!
Tengo en cola 3 borradores por publicar, adicionales a éste, y todavía me siguen viniendo más ideas a la cabeza, porque además de relatos, tengo 2 artículos en mente y quizás algo que se convierta en un ensayo.
Pero dentro de todos esos, dí prioridad a publicar éste relatillo rosita a petición de un lector. Sin nadie que lea, escribir no hace mucha gracia (aunque es verdad que no se necesita un lector para que el escritor disfrute de su arte), por eso aprecio tanto a las personas que me leen y les invito comenten sus impresiones, y quizás también peticiones. Si tengo algo como lo que quieren en el repertorio, también le daré prioridad.
Un abrazo, y aquí va...


Cualquiera que sea el asunto trivial, se convierte para nosotros en un emocionante tema de conversación. Sea como sea, lo importante es contar con una excusa para hablar.
Por eso no me extrañaría que, inmersa en nuestra emocionante conversación, no te hayas percatado de lo que yo advertí mientras caminabamos por ese sendero tortuoso en el parque. Y te sorprenderá quizás saber lo detallista que podemos ser los hombres cuando verdaderamente estamos enamorados.
Llegamos tomados de la mano y lo primero que hicimos fué sentarnos sobre una fría banca que se fué calentando poco a poco mientras conversábamos. Repentinamente te recordé hacia ya dos años y medio, y mis sentidos todos volvieron a ese momento en el que, trotando a paso ligero, el ejercicio y el frío me jugaron una mala pasada y el asma redujo mi respiración a un molesto silbido. Un par de bocanadas del inhalador fueron suficientes para que una linda chica de cabello castaño se fijase en mí, y alegando conocerme, "si, del curso de verano", comenzó una conversación, sentados juntos en la fría banca de una plaza.
Su figura, ni voluptuosa ni deficiente, sus ojos, vívidos e interesados, y su voz evidentemente honesta fueron suficientes para traer de vuelta a la memoria su nombre, el cual siempre relacioné al lunar de su rostro, oculto hoy de la punta de su nariz por... ¿maquillaje?
- Cindy, ¿vienes con ánimos de trotar?
- No, la verdad sólo pasaba por aquí.
Pero mientras la fría banca se iba calentando, del curso de verano pasamos a hablar sobre Mauricio, uno de los payasos del grupo, y luego de Daria, una de las más brillantes y con quién solía frecuentar. Pasó totalmente desapercibido el cambio de tema y terminamos hablando de una manera que el ambiente académico no lo hubiese permitido ni lo permitiría nunca.

Nos levantamos de la banca del parque y comenzamos a caminar tomados de la mano, sin detener nuestra infinita conversación. Sin embargo, mis recuerdos no se disiparon sino al contrario: caminando por el parque, entre árboles y vegetación diversa, no pude sino recordar los cuatro días siguientes a nuestro encuentro fugaz. Mi costumbre de trotar entre los árboles de la plaza a las 3:00 pm, previo reposo del almuerzo y cuando aún el sol calentaba un poco, me llevó de vuelta accidental o concientemente a la misma banca, nuevamente fría. Pero sin episodios asmáticos, retomaba mi paso entre vegetación bastante similar a la que nos rodeaba en el parque.
Al cuarto día, sin esperarla, recibí tu visita de nuevo. Aunque un depósito en el banco fué tu excusa por el momento, meses más tarde me aclaraste tus verdaderas intenciones. Y es que creo que sin una intención definida nunca hubieses hecho aquella pregunta inesperada: "¿Cómo te describirías a tí mismo, Roberto?"
Por primera vez hablamos de nosotros en una amena conversación, sentados en la misma banca, cambiando su temperatura en el mismo intervalo de tiempo. Pero algo sí cambió esa tarde, de forma tal que mi melodía antes de dormir fué orquestada con el tono de tu voz como primer violín.

Parece que estaba pensando mucho, recordando mucho, pues repentinamente dejamos de hablar y caminamos en un silencio todo menos incómodo. Habíamos aprendido a estar en silencio y disfrutarlo de forma tal que, indescriptiblemente, sabíamos la diferencia entre el silencio frío y ese silencio caluroso y deliciosamente reconfortante.
Hasta esos minutos de silencio absoluto me recordaron lo silenciosa que se sentía esa plaza al día siguiente, sin la compañia de tu voz. Lo fría que se sentía aquella banca sin el calor de tu cuerpo.

En nuestro sendero era inevitable encontrarnos con una escena como la que vimos más tarde, absortos en ese silencio reconfortante: Una pareja a los pies de un frondoso árbol, sus cuerpos próximos y sus manos mezcladas. En ese momento mi mente divagó un poco más, viendo de nuevo tu cuerpo en un traje más ceñido, y tus labios diciendo amenazante "A ver si eres tan varón como para dejarme atrás". Aunque la ocasión anterior había desafiado tu resistencia a juzgar por tus delgados brazos, no esperaba que dos días después cumplieras con tu palabra de trotar conmigo, mucho menos que siguieras haciéndolo casi tan religiosamente como yo. Y vaya que eras resistente, aunque en tono jactancioso nunca lo admití.
Es curioso que nuestras primeras citas fuesen más saludables que románticas, y aún más curiosas fueron las circunstancias de nuestro primer beso.
Tengo que admitir que en las sesiones de ejercicio en la plaza nunca pude dejarte atrás, aunque nuestras conversaciones de vez en cuando llevaban un cierto sarcasmo competitivo. Y, como quería escucharte por primera vez decir "espera, estoy cansada", te invité a un pequeño reto para escalar.
Aunque llegó un momento en que creí que sería yo quien diría las famosas palabras, mi machismo mantuvo mi trote aún con el dolor en mis pantorrillas, hasta que tu voz se escuchó más celestial que nunca cuando me pediste un descanso. A los pies de un árbol fué donde nos sentamos, nuestras espaldas contra el tronco.
Comencé a sentir más frío a nuestro alrededor pero nuestros hombros compartían su calor, y por alguna extraña razón no podía dejar de pensar en el contacto de tu hombro con el mío. Llevando, así, mi mirada hacia la zona de contacto, me encontré con tus ojos, y una mirada silenciosa de tres o cuatro segundos contuvo suficiente información, más que cualquier contrato cuidadosamente escrito y con su respectiva sección de letras pequeñas. Ambos lo firmamos con nuestros labios, el aliento agotado de nuestra respiración haciendo aquel beso único en toda mi historia.
Ahora que lo pienso, hubiese sido más bien vergonzoso que mi inhalador se hubiese entrometido, pero durante esa tarde no tuviste ninguna razón para cuestionar mi condición física. Más bien, tus brazos a mi alrededor y tus manos fugitivas me hicieron pensar que tus burlas sobre mi físico no eran más que para sacarme una carcajada de vez en cuando.

El sonido de tu voz me despertó de mi ensimismamiento. Te reías mirando a un pequeñín sobre las ramas de un árbol que nos gritaba chistosamente sólo para llamar la atención. Desde aquel árbol el chico se sentía gigante y quería que todos lo miraran, al igual que yo parecía minúsculo al lado de tu amor y me sentía orgulloso de portarlo en mi pecho. Nuestro amor se hacía cada vez mayor, y yo me agrandaba junto a él. Tal como las dríades crecían con los árboles y morían junto a él, mi árbol eras tú desde el momento en el que firmé el contrato. Y fueran cuales fueran las letras pequeñas estaba decidido a firmarlo con sangre si era necesario.

Mis pasos en el parque estaban, en realidad, fríamente calculados y aunque tú querías tomar otro camino diferente, yo te guié por un sendero un poco más estrecho y que comenzaba con unos escalones de piedra infiltrados en hierbas. De modo que hacia abajo nos dirigimos, unos veinte escalones a veces ligeramente resbaladizos.
Y es que, al igual como en todo sendero el camino no es ni tiene que ser perfecto, toda unión entre dos seres de origen, costumbres y pensamientos diferentes tiene sus períodos oscuros, y a veces inclinados en un descenso brusco que parece nunca terminar. En esos momentos, más que el enamoramiento inicial, es el amor maduro y sólido el que prevalece.
Cuánto siento haber visto tu rostro furioso, tu mirada inquisidora y tu voz celestial pronunciando frases ásperas, estocadas a mi corazón, sin embargo momentos así y aprender a superarlos a través de los años fué lo que nos trajo hoy hasta aquí. Fué lo que fortaleció nuestra convicción de permanecer juntos y lo que nos demostró que efectivamente sí podíamos hacerlo.
Ahora eramos como el riachuelo que corría a nuestro lado cuando finalizó el descenso. Ibamos cada vez más rápido independientemente de las rocas y obstáculos. Bramíamos con estrépito, dándonos a conocer hasta en las distancias. Y teníamos un rumbo fijo, el cual nuestros pies inevitablemente alcanzaron: Una laguna blanca y tranquila, pequeña y reservada.
La desembocadura de nuestro río yacía en ese lugar, y fue allí donde, después de una amena charla, te comenté sobre un "pequeño" regalo que "tenía pensado" darte.
Tu rostro, tu mirada, tu sincera expresión son y serán siempre mi más precioso recuerdo, cuando ese diminuto diamante escribió un contrato más. Uno que tus ojos, sin decir una sola palabra, firmaron junto a mí. Uno que no sería vencido por el tiempo, que no se marchitaría con el sol.
Así fue como la desembocadura de nuestro riachuelo arrancó lágrimas de alegría a tus ojos, trazando ahora nuevos senderos, nuevos caminos, nuevos silencios, nuevas escenas, nuevos niños sentados sobre las ramas de un árbol, nuevos descensos, y nuevos riachuelos que ésta vez correrían agua para siempre.


Copyright © Julio 2010 por Alberto Parra
Número de Registro: E1QN9-1UWY9-UQ4C8

Fotografía:

8 comentarios:

  1. Anónimo says:

    Bendito don el que tienen tus palabras, he sentido la ironía, la curiosidad y ahora el amor tan cerca de mi como la hoja siente cada letra que escribes... Mientras más leo, más me gusta... Ahora cada noche abro la pagina y busco ansiosa una nueva publicación... Alimentas la mente, el alma y el corazón... Que tu mano no se detenga y que de tu mente sigan naciendo ideas... FELICITACIONES!!! Y atendiendo a tu bondad, me gustaría que escribieras algo sobre los sueños o la paciencia... Como lo desees!!.. MD55

  1. Vaya, alguien por aquí tiene buena madera para escribir!!!
    Gracias!!!
    Creo q publicaré algo así a mas tardar el próximo fin de semana.

  1. Anónimo says:

    pajarito soñador muy linda tu escritura,cada ves te haces mas grande en el mundo literario, se que dentro de ti hay muchicimo que dar, eres un gran hombre y un gran amigo para mi, gracias por compartir tus dones y escritura eso es algo apreciado para mi y para los que te leen, me gusto mucho en el momento de reflexion me llego en lo mas profundo de mi ser.. recorde aquellos momentos pasados.... pareciera que fuece ayer... pero exelente pajarito soñodor sige asi!!...
    pd: quiero verte feliz... sonrie siempre ya que es una luz para quien la vea!!
    (" ningyo ")

  1. Wow, me visita una de mis mejores competencias!!!
    Me alegra leer tus bonitas palabras.
    Gigante el abrazo!!!

  1. Anónimo says:

    Te Felicito mi amigo eres muy bueno en esto espero ver mas de lo que tu haces y bueno que la fuente de tu inspiracion nunca se te acabe porque de verdad que seria una verdadera lastima.. Un habrazote y cuidadte.

  1. Vaya que inspiracion tengo de sobra, lo que hace falta es un poco mas de tiempo :)
    Gracias!!

  1. al, me parecio un relato simpatico, lectura amena, sencilla, agradable :)... Más sin embargo, a pesar de que haya un pedacito con el que me identificaría, el resto "no, para nada" y dices tu: "o es que acaso lo hice hacia ti?"... y yo diria: Lo se, no es a lo que me refiero, es a otra cosa... Al principio de la lectura, por eso no me fifo mucho... chamo, kuxu, xfa, te ofrezco una propuesta, tu inicia otro relato ROMANTICO, asi rosa iniciando la idea, me pasas el borrador, y allí le coloco un toque de mi Romanticismo, de tristeza, de lágrimas de felicidad... de amor sufrido y victorioso... si hazlo porfa. uno solo. Tu seras autor si? ...Soy Eric, Kuxu !! Eric Roncancio xD

  1. Anónimo says:

    Recibe mis Felicitaciones...!! Tienes el mas hermoso don que pueda tener un hombre, Eres bueno en lo que haces y... me gusta tanto.
    Jare

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