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Un insecto palo en mi jardín

Posted: sábado, 10 de julio de 2010 by Alberto Parra in Etiquetas: , , , ,
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Una vez más, escribo sobre un insecto, y aunque ésta vez será algo muy diferente, algo sigue siendo lo mismo: La fuente de inspiración fué un insecto literal. En éste caso, un insecto palo que habitó una de las macetas de mi casa... Aunque no es una historia real, algunos pequeños momentos si ocurrieron en realidad.


Algunas personas quizás piensan que el diseño de juegos de video es un trabajo envidiable...

Reconozco que ser probador de juegos (game tester) fué mi sueño desde que supe que tal profesión existía. Y en prolongadas, y a veces también acaloradas discusiones entre yo y mis amigos, nunca nos ponemos de acuerdo sobre qué es más odioso: perder dias de tu vida buscando todo tipo de bugs en un juego que puede que ni siquiera te guste... o sentarte frente al computador durante horas, intentando que la estúpida estructura 3D acople la textura como tú quieres... y ni hablar del dolor de cabeza de las luces y las sombras...
La verdad, creo que en las discusiones siempre llevo las de ganar, pero para tratar de evitar escuchar la lengua del Pipe, accedo con un "Bueno, cada quién tiene su opinión".
Pero estoy seguro... diseñar es peor que probar.

Aquel día por ejemplo, tal parecía que mis lentes antireflejo no daban abasto a las horas interminables frente a la pantalla. Mi vista estaba ya cansada y me atormentaba una cefalea muy leve, pero muy persistente... quizás peor a un dolor de cabeza con nombre y apellido, donde hay razón suficiente para un calmante, y ya, se alivia. Sin embargo, ese día me había propuesto terminar de armar los bloques del suelo de los escenarios, y chequear otra vez todo lo que había hecho hasta los momentos.
La luz del monitor ya me comenzaba a marear, dejé de contar las veces que me llevaba las manos a la cabeza y me frotaba los ojos, y finalmente, lo que faltaba: el teclado que sostenía sobre mis piernas amenazó caer al suelo, y sosteniéndolo con las manos, presioné un acceso directo que copió tantas veces la estructura con la que estaba trabajando, que terminó colgando el programa y la máquina.
El golpe que lancé al escritorio sacudió todo, por poco derramando el vaso de agua que había traído hacía no más de 15 minutos, así que respiré profundo y quitando el peligroso vaso de vídrio del escritorio, volví a irrumpir un golpe seco sobre la tabla. Intenté de nuevo con el computador, quizas pensando que los golpes le habían asustado, pero aún no respondía.
"Una nueva memoria RAM, definitivamente" pensé, mientras tomaba el vaso de agua y salía de la habitación. Si me quedaba un segundo más, quizás comenzaría a proliferar un condenado cáncer ante la espera.
Fué eso lo que me impulsó a salir al jardín ese día, cosa que hago muy poco, quizás nunca. Y más aún, recordando lo que los viejos dicen sobre rociar las plantas para liberar el estrés, tomé el rociador y por primera vez quizás en más de 6 meses, les dí un poco de agua.

Mi jardín, o más bien, el jardín de mi madre, es bastante grande, igual que la casa. Hay dos árboles de tamaño mediano y el resto son abundantes arbustos y macetas sobre un césped bien cuidado. No había terminado de pasar el minuto y aún pensaba en el computador, que ya debía estar respondiendo bien. Pero aún me dolía ligeramente la cabeza y parecía que la tensión en mi cuerpo crecía, pero el caso era que apenas comenzaba a darme cuenta de lo cansado que realmente estaba. Decidí quedarme un momento más, pasando de los árboles grandes hacia los pequeños con el rociador, y luego a las macetas.
El olor de las plantas y la tierra abonada húmedas, el color de la naturaleza a la que le proveía vida, me respondía con una calma y una cierta sensación que hayo difícil de describir. El movimiento libre de hojas y ramas con el viento me liberaba, el canto fugaz de uno o dos pájaros me llenaba de expectación, los colores aliviaban mi vista y daban un descanso a mis lentes antireflejo. Así estuviera atrapada en macetas, o artificialmente colgada, ese pequeño escape natural terminó haciendo el momento de espera más bien corto. Llegué a un punto en el que dejé de recordar el computador, el diseño que estaba por terminar y la falla que terminó por echarme de mi propia habitación.
Ahora me deleitaba mirando cómo las ramitas, las hojas y las flores se movían por el agua del rociador. Y vaya sorpresa cuando mi mirada perdida comenzó a localizar movimientos en las ramitas de una maceta. Movimientos ajenos, independientes del rociador, y que, aunque inicialmente atribuí a cualquier causa, luego me llamaron poderosamente la atención y me hinqué en obvio interés.
Fué la intranquilidad de sus patas lo que le delató. Allí, inmóvil, intentando retomar el equilibrio ante la inestabilidad que el rociador causaba a su hogar. Allí, camuflaje desenmascarado por un par de ojos hinchados. ¿Es eso acaso el cuerpo y las patas de algún insecto? Mira, al extremo de lo que parece una ramita mezclada con el resto de las ramitas de la planta... ¿No es ese un par de ojos?
Increíble. Primera vez en mi vida que veía algo tan singular e interesante. "Quédate allí" pensé y de inmediato busqué mi cámara digital, aunque no sirvió de nada pues el camuflaje era tan fiel que verdaderamente se hacía difícil lograr una buena toma sin correr el riesgo de espantarlo.
Por un momento, ví como el pequeño insecto palo se movía de adelante hacia atrás, perezoso, en el mismo lugar. Examiné cada parte de su fisionomía. Las patas, y cómo el color verde moteado se veía similar a una ramita recien nacida. El cuerpo, una perfecta réplica de una rama. Sus curiosos ojos en uno de los extremos.
La verdad es que no tengo idea cuánto tiempo estuve contemplándolo, pero estaba seguro de que al día siguiente no estaría allí, así que mientras podía hacerlo, sólo podía pensar en aprovechar el momento.
No fué que me cansé de verlo, pero tuve que despedirme aquel día y volver a mi computador para borrar unas 30 veces el modelo repetido y seguir con mi trabajo
Sin embargo, al día siguiente, vaya sorpresa me llevé al ver que el insecto palo de mi jardín seguía allí. Había tomado un ligero cambio de posición por lo cuál inicialmente casi daba por vencido mi búsqueda entre las ramitas y volvía a mis modelos 3D. Pero estaba allí, y así confesó mi muro en el Facebook durante esa tarde y parte de la mañana siguiente.

No sé en qué momento la visita al pequeño insecto se hizo rutinaria. Una, dos y hasta tres veces al día me dirigía hacia la misma maceta, y allí estaba, a veces advertido sólo después de una mirada más de cerca. Sea como sea, nunca dejó de ser interesante mirar al pequeño e inmóvil animal. ¿Sabía acaso que había sido atrapado por mis ojos? ¿Reconocía mi rostro después de una semana de visitas? Y más aún... si estaba allí siempre, desde hacía ya varios días... entonces ¿Con qué se alimentaba?
Ésta vez, las ventanas minimizadas en mi computador eran las de los dichosos programas que me sacaban de quicio. Y algo que fallidamente intenté fué saber de qué especie se trataba... cabe decir que me tuve que conformar con decir: "ahh se llaman fásmidos", y abandonando la confusa tarea de diferenciar colores y formas entre especies, me enteré de que éstos pequeños eran hervíboros y generalmente vivían en un árbol o planta durante toda su vida adulta... Es decir que probablemente no desaparecería de repente, como inicialmente tenía pensado... Ahora que lo sabía, haber ido a buscar apresuradamente mi cámara para fotografiarlo, como si fuese alguna especie de saltamontes, fué algo verdaderamente absurdo.
Cuando leí sobre su apareamiento y reproducción, comencé a tenerle aún más cariño. Cómo hubiese querido que mis plantas albergaran a sus crías. Además, por alguna razón, comencé a pensar que tal criaturita me otorgaba desde la maceta muy buena suerte con mis diseños, pues las mejoras en mi desempeño eran evidentes. No me daba cuenta de que la verdadera mejoría respondía a mis mejores intervalos de descanso en compañia de la naturaleza, sus olores y la brisa del viento, y no subiendo de nivel a mi elfo en WoW mientras mis lentes antireflejo gritaban por un año sabático.

Sí que fué triste aquel día. Aquel día en el que me percaté: durante semanas curiosamente encontraba a la criaturita en la misma ramita, en la misma posición. Aquel día en que, inspeccionando bien su par de ojitos, me di cuenta de que uno de ellos parecía estar roto, como perforado. Tal hallazgo me llenó de un amargo sentimiento, algo que sólo había experimentado cuando cerraron el servidor de mi multijugador online gratis favorito... Mirando más de cerca parecía que el daño se extendía aún más. Y efectivamente, al atreverme a tocarlo a pesar del temor a ahuyentarlo, me di cuenta de su inercia. Lo recogí con mis manos y, mirando a traves del orificio de sus ojitos, me di cuenta de que todo su cuerpo era hueco, cual minúsculo tubito de madera.
El ciclo de la vida... Ya seguramente las hormigas habían hecho de las suyas. Ese día, más que cualquier otro hubiese querido ver un minúsculo insecto palo, cría del anterior, pero sabía lo activos que eran éstos pequeños y lo improbable que era su estadía en un solo lugar. Sin embargo, después de ese acontecimiento estremecedor, las cosas no cambiaron mucho. El insecto palo me seguía dando buena suerte, ahora desde un pequeño arreglo que hice con su cuerpecito. Mi motor de búsqueda comenzó a albergar una lista creciente de nuevas palabras. Y las visitas al jardín no se suspendieron sino más bien se intensificaron. El leveo de mi elfo de WoW se estancó un poco, pero ahora era yo quien rociaba las plantas, y en ciertas ocasiones que lo hice entrada la noche, juré haber visto un pequeño correteo en el césped que mi mente predispuesta atribuyó a éstos pequeñitos. La verdad es que había leído algo sobre su actividad nocturna mas nunca había observado tal cosa de primera mano... No, nunca tuve esa dicha hasta el día de hoy.



Copyright © Julio 2010 por Alberto Parra
Número de Registro: ETJC1-CA4JD-EPUGT

Fotografía:

3 comentarios:

  1. Anónimo says:

    Hola me gusta lo que haces aunque me gustaria que relataras una historia de amor no se si es una mala sugerencia.. me gusta el romantisismo

  1. Claro que si... De hecho ya tengo una entre manos!!!
    Gracias por tu comentario

  1. Anónimo says:

    Espero por ello.. Mi pana

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